CARMINA O REVIENTA
Y reventó. Ya sabía yo, Carmen, que nos darías un día el susto. Has muerto del típico insustancial y tópico accidente. Una muerte mítica o de folletín, según se mire. Os lo estaréis preguntando, si, coincidí con la divina desahogá en dos memorables ocasiones. Una en Marrakech, un caluroso día de agosto, en un restaurante donde almorzábamos ambas, cada una por su lado, naturalmente. Me fijé en ella solo porque la descubrí comiéndose con los ojos a mi última conquista, un italiano de dos metros, del cual no recuerdo ni el nombre, así que no me molestó. Nuestro siguiente encuentro fue en el rocío. Si ya lo sé, no tengo pinta de devota, ni se me había perdido nada en el camino pero en aquella ocasión eché mano del donde fueres
y me uní a un grupo de amigos rocieros de toda la vida, osea y muy requete pijos, porqué no decirlo. Andaba yo en esto de la marcha con las alpargatas llenas de piedrecitas y los pies como auténticos boniatos en su salsa, cuando una mano amiga me pasa una botella de gaseosa y me suelta: pa los juanetes. Era ella, más decidida que nunca, descorchó otra de las botellas y se puso a darle brillo a los callos. Desde entonces, le guardaba un cariño especial y siempre la he defendido ante Laras y Neiras.
Mañana le realizarán la autopsia, y aun no han decidido que harán con sus restos mortales. Ella quería que sus cenizas fueran esparcidas en Tánger, pero la última palabra la tendrán sus hijos, espero que este último deseo le sea respetado. Voy a tomarme un carajillo, el día ha sido largo, pero no lo olvidéis, Maruja seguirá informando.
Mañana le realizarán la autopsia, y aun no han decidido que harán con sus restos mortales. Ella quería que sus cenizas fueran esparcidas en Tánger, pero la última palabra la tendrán sus hijos, espero que este último deseo le sea respetado. Voy a tomarme un carajillo, el día ha sido largo, pero no lo olvidéis, Maruja seguirá informando.
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